jueves, 10 de enero de 2013

MI ÁNGEL, TU ABUELITA


Mi abuelita habita la poesía con auténtica sencillez y la comprende casi sin hablar, entre las pulsaciones de la luz, la música y en cada amanecer, que es su esencia espiritual. Porque ella siempre nos inculco que el amor es la fuerza mayor y única, la ley verdadera que todo lo rige. Su pensamiento agudo reflejaba en su mirada reflexiva, toca las pequeñas cosas que se tornan profundas y reveladoras de verdades armónicas, propicias para encontrar la justicia que no es más que nuestra sed de Dios y a la vez Su obra.
Que una mujer como mi Milda, mas sublime que ella, pues su propia vida es ya una inspiración. Pero su oficio, las horas de desvelo, pertenecen a su obra ensayística, poco estudiada, siempre publicada a destiempo y retrasada por sus excusas de timidez y la inclinación natural a priorizar a los “otros” en la práctica asidua del servicio y de la humildad.

existen en la literatura y en el mundo muy pocos escritores y seres humanos que plasmen sus escritos en una maestra como lo es una abuelita, que posee un conocimiento filosófico y una comprensión histórica y espiritual, como los de mi Milda, que con solo mirar sus cabellos canos, sus manitas arrugadas, sus ojitos de un color maravilloso y profundo como los de mi abuelita que mientras estuvo entre nosotros jamas sintió cansancio para consentirnos ni enojo alguno cuando sabia que necesitábamos un abrazo. 
Cuando el desamparo cubre la vida como una noche interminable me agobia en la soledad, cuando parece que Dios duerme indiferente, cuando me siento mas sola,  yo pienso en la voz de mi Milda, contándome todos los cuentos del mundo, mientras laboraba en sus tejidos o simplemente mirábamos al infinito sin un horizonte... muchas veces se entristecía, otras sonreía contándome cada anécdota o aventura de su juventud me parecía que revivía lo ya vivido, era una mujer tan sencilla, con una ternura infinita, con un coraje insuperable... así fue mi Milda, la mujer que me crió  que dio todo por verme feliz, y hoy que ha partido mi refugio son sus recuerdos, su fotografía y siempre mi primera oración. 


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